Desde pequeño, Carlos Vásquez estuvo cerca de la madera, pero como skater. No fue hasta años después, desempleado y aburrido, que se acercó nuevamente a las tablas de skate que había quebrado en su juventud, pero de una manera completamente diferente.
Después de un tiempo, Carlos descubrió cuánto le apasionaba el arte de trabajar la madera. Primero comenzó haciendo pequeños artefactos, hasta llegar a su pasión de hoy: los cuchillos.
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TODO PARTIÓ SIENDO SKATER
A los 14 años, Carlos Vásquez conectó por primera vez con la madera. Patinaba por las calles del barrio República, sintiendo toda la libertad que las ruedas le ofrecían.
Perdió la cuenta de las tablas que rompió. Y como le costaba tanto esfuerzo comprárselas, cada vez que rompía una, recogía los pedazos y los guardaba. No lo hacia con un fin especifico.
Jamás imaginó que esos pedazos de madera lo llevarían, años más tarde, a encontrar su pasión por la cuchillería.
EL APEGO A LAS TABLAS
Cuando estaba en el colegio, una de sus grandes motivaciones para sacar buenas notas era un bono que le pasaban a su mamá en el trabajo, esto ocurría solo si su hijo estaba dentro de los mejores evaluados. Si ella lo recibía se lo pasaba a él. Apenas esto ocurría, Carlos se gastaba la plata en lo que más le gustaba: una tabla de skate.
Cada vez que rompía una tabla mientras patinaba, él las guardaba y colgaba un pedazo en su pared. Pese a que su madre le decía que eran basura y que debía botarlas, para él tenían mucho valor. La suma de sus colores, sus diseños y lo mucho que se había esforzado en conseguirlas hizo que Carlos guardara esas viejas maderas durante largos años.
Desempleado y en plena pandemia, gracias a Youtube, comenzó a aprender a trabajar la madera y a crear pequeños objetos. Al fin esa cantidad de tablas estaban teniendo un uso.
Después de varios experimentos, se propuso hacer una empuñadura de cuchillo. Le gustó tanto el resultado que, decidió estudiar más sobre la cuchillería, este arte lo había enamorado y decidió seguir perfeccionando su tecnica.
Una vez lo invitaron a exponer su trabajo a una feria. Llevó varios artículos, entre esos, la empuñadura de un cuchillo. Cuando apareció un señor le preguntó a cuánto le vendía ese cuchillo, a lo que él decidió decir un precio muy alto, porque no quería venderlo. Sin embargo, el hombre decidió pagar el precio que Carlos había puesto. Y ahí se dio cuenta que frente a él había un negocio.
LA PASIÓN POR LA CUCHILLERÍA
Ese primer cuchillo lo llevó a investigar y estudiar los procesos térmicos para forjar el acero desde cero. Luego, con las maderas que le quedaban fue haciendo las empuñaduras, y cada vez le gustaban más los resultados.
Con el tiempo, fue aprendiendo nuevas técnicas, a utilizar nuevos materiales y a crear nuevos diseños. Carlos se esfuerza día a día por entregar un producto de calidad, único y que perdure en el tiempo.
Su principal fuente de inspiración para sus diseños es la naturaleza, el sol, la galaxia, los animales , los colores y los materiales inusuales.
LO LLAMARON LOCO
En Chile la cuchillería no es tan conocida, por suerte, desde hace algunos años Carlos volvió a Brasil, país en donde nació y vivió hasta los tres años.
Aunque en el país vecino la cuchillería es un arte con mayor reconocimiento, no ha sido fácil. Carlos comenta que “Lo difícil es hacer que las personas acepten que estoy haciendo algo diferente, que tomé otro camino y que es un desafío”.
CUCHILLOS QUE INSPIRAN
A pesar de que Carlos recibe constantemente comentarios como “Ese es un hobby” o preguntas como "¿Cuál es tu trabajo de verdad?", él se ríe. Sabe que está haciendo algo fuera de lo común, pero es feliz siguiendo su instinto.
Para él eso es ser wild, “Hacer lo que tu instinto te dice”.
Si quieres un cuchillo hecho por Carlos, puedes revisar su instagram (@mantra_knives) y también puedes ver los cuchillos que hicimos en colaboración.
En Wild Lama queremos inspirarte a seguir tu instinto. Por eso te compartimos estas historias, para que te atrevas a hacer algo diferente y seguir tu propio camino.
Stay Wild.